sábado, 7 de marzo de 2015


Casos Reales

Venezuela es uno de los países donde menos se respeta el derecho a la propiedad, esto consiste en apreciar, reconocer  el valor de las personas, su entorno y establecer hasta dónde llegan mis posibilidades de hacer o no hacer, como base de toda convivencia, en sociedad donde es necesario un trato amable y cortés; el trabajo en equipo, de cualquier relación interpersonal,  permite la aceptación de las limitaciones ajenas y el reconocimiento de las virtudes de los demás, evitar ofensas e ironías; no dejar que la violencia se convierta en el medio para imponer criterios,  conoce la autonomía del cada ser humano y acepta complacido el derecho de los demás.
Por otro orden de idea, es importante resaltar que la mayoría de los seres humanos protegen la vida de nuestro planeta como hay otros que no, para seguir respetando a nuestro planeta es necesario mostrar pulcritud, cuidando la limpieza del agua, aire y suelo, es necesario usar sólo el agua que  se necesite, defender; recuerde que el hombre, las plantas y los animales compartimos un mismo planeta. Por tanto, este sentido de honor y de valor debe extenderse a la naturaleza.

viernes, 6 de marzo de 2015



Reflexión  
POR EL CAMINO DEL RESPETO

Las dificultades hacen que muchas personas pasen por encima de las reglas —y hasta de las demás personas— para conseguir sus fines. Aunque los obtengan, esta forma ha de evitarse: están haciendo del mundo un lugar de violencia y sufrimiento.
Puede creerse que el respeto o la falta de respeto que se presentan en el hogar no tienen mayor impacto. Sin embargo, todo comienza allí: si respetamos en la casa, estamos generando respeto en el mundo. No aceptes ni un detalle de violencia en tu hogar.
A veces pensamos que las personas rudas y agresivas en su trato son fuertes. La verdad es todo lo contrario: actúan así porque son débiles y tienen miedo.

La bondad es el principio del tacto, y el respeto por los otros es la primera condición para saber vivir.
—Henri-Frédéric Amiel
“El respeto no es miedo ni temor; es la capacidad de ver a las personas tal cuales son, estar conscientes de su carácter único como individuos. Así, el respeto implica la ausencia de cualquier tipo de explotación: me interesa que las personas crezcan y se desarrollen por su propio bien, empleando su propio estilo de hacerlo, y no para el propósito de servirme.”
—Erich Fromm, El arte de amar




Respeto
     
El respeto es la base fundamental para una convivencia sana y pacífica entre los miembros de una sociedad. Para practicarlo es preciso tener una clara noción de los derechos fundamentales de cada persona, entre los que se destaca en primer lugar el derecho a la vida, además de otros tan importantes como el derecho a disfrutar de su libertad, disponer de sus pertenencias o proteger su intimidad, por sólo citar algunos entre los muchos derechos sin los cuales es imposible vivir con orgullo y dignidad. El respeto abarca todas las esferas de la vida, empezando por el que nos debemos a nosotros mismos y a todos nuestros semejantes, hasta el que le debemos al medio ambiente, a los seres vivos y a la naturaleza en general, sin olvidar el respeto a las leyes, a las normas sociales, a la memoria de los antepasados y a la patria en que nacimos. El respeto comienza en la misma persona, está basado en la percepción que ésta tenga sobre sí misma.  
Tener un gran respeto por uno mismo conlleva tener un gran respeto hacia los demás. Reconocemos nuestros recíprocos derechos.
Tu derecho a tener tu propio punto de vista, tu derecho a cambiar de opinión sin tener que dar explicaciones, tu derecho a crear un mundo propio en el que poder vivir. Respeto hacia los demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos. Respetar las decisiones de los demás o sus sentimientos no significa que estemos de acuerdo ni que los compartamos, significa que aceptamos que la otra persona tiene derecho a tener sus propios sentimientos y a tomar sus propias decisiones, sean o no adecuadas para mí y sean o no iguales que los míos. 
La falta de respeto es propia de las personas desconsideradas y egoístas, insensibles en alto grado al entorno social. Es tal su indiferencia o su ignorancia con respecto a quienes viven a su alrededor, que pasan por alto las más elementales normas de convivencia, como si no las conocieran -lo cual resulta ser cierto en muchos casos- o, lo que es peor, conociéndolas y haciendo alarde de que les tienen sin cuidado.  Quienes así obran causan un daño considerable a la sociedad y a los individuos en particular, pues pisotean su dignidad y su derecho a ser tenidos en cuenta y respetados. Este comportamiento es típico de los gobernantes y funcionarios corruptos o despóticos, de los padres o madres tiránicos, de los hijos insolentes o desagradecidos, de los maestros autoritarios o arbitrarios, de los vándalos que destruyen por placer los bienes de la comunidad, y en general de todos  aquéllos que desconocen el valor de las personas y de las cosas.